Y como Martín le preguntó si entre dos seres que se quieren no debe ser todo nítido, todo transparente y edificado sobre la verdad, Bruno le respondió que la verdad no se puede decir casi nunca cuando se trata de seres humanos, puesto que solo sirve para producir tristeza y destrucción. Agregando que siempre había alentado el proyecto (“pero yo soy nada más que eso: un hombre puro de proyectos, agregó sonriendo con tímido sarcasmo), había alentado el proyecto para escribir una novela o una obra de teatro sobre eso: la historia de un muchacho que se propone a decir siempre la verdad, siempre, cueste lo que cueste. Desde luego, siembra la destrucción, el horror, y la muerte a su paso. Hasta terminar con su propia destrucción, con su propia muerte.
-Entonces hay que mentir- adujo Martín con amargura
– Digo que no siempre se puede decir la verdad. En rigor, casi nunca.
– ¿Mentiras por omisión?
– Algo de eso – replicó Bruno, observándolo de costado, temeroso de herirlo.
– Así que no cree en la verdad.
– Creo que la verdad está bien en las matemáticas, en la química, en la filosofía. No en la vida.
En la vida es más importante la ilusión, la imaginación, el deseo, la esperanza. Además, ¿sabemos acaso lo que es la verdad? Si yo lo digo que aquel trozo de ventana azul, digo una verdad. Pero es una verdad parcial, y por lo tanto una especie de mentira. Porque el trozo de ventana no está solo, está en una casa, en una cuidad, en un paisaje. Está rodeado del gris de ese muro de cemento, del azul claro del cielo, de aquellas nubes alargadas, de infinitas cosas más. Y si no digo todo absolutamente todo, estoy mintiendo.
Pero decir todo es imposible, aun en este caso de la ventana, de un siempre trozo de la realidad física. La realidad es infinita y además infinitamente matizada, y si me olvido de un solo matiz, ya estoy mintiendo. Ahora imagínese lo que es la realidad de los seres humano con sus complicaciones y recovecos, contradicciones y además cambiantes. Porque cambia a cada instante que pasa, y lo que éramos hace un momento no lo somos más.
¿Somos, acaso, siempre la misma persona? ¿Tenemos acaso siempre los mismos sentimientos? Se puede querer a alguien y de pronto desestimarlo y hasta detestarlo. Y si cuando lo desestimamos cometemos el error de decírselo, eso es una verdad, pero una verdad momentánea, que no será más verdad dentro de una hora o al otro día, o en otras circunstancias. Y en cambio el ser a quien se la decimos creerá que ésa es la verdad, la verdad para siempre y desde siempre. Y se hundirá en la desesperación.
(Sobre Héroes y tumbas, Ernesto Sabato)
Otro escritor inspirador, y de paso les presento mi pequeña oficina en donde trabajo, donde trato de aportar con verde entre tanta industrialización.
A veces las saco a tomar sol...
Buen fin de semana
CarlosMxAx