jueves, 11 de enero de 2024

Sin Retorno...

... antes de emprender su viaje, Jesús se encontró con seres celestiales sabios que le recordaron las lecciones del pasado. "La humanidad, en su búsqueda de poder y dominio, ha cometido errores incontables", le dijeron. "No todos te recibirán con los brazos abiertos. Recuerda, la desconfianza y la traición te esperan en tu camino." A pesar de las advertencias, Jesús decidió embarcarse en su misión con la esperanza de guiar a la humanidad hacia la redención. A medida que descendía a la Tierra, una luz divina envolvía su presencia, anunciando su llegada.

En su camino, Jesús se encontró con personas de diversas culturas y creencias. Algunos lo reconocieron de inmediato y le dieron la bienvenida con amor y gratitud. Otros, sin embargo, desconfiaron de sus intenciones, recordando las heridas del pasado. Fue entonces cuando un ser celestial acompañante, enviado por el mismo divino consejo que le advirtió, se reveló. Este ser, conocido como El Guardián, era un aliado leal de Jesús y había sido asignado para protegerlo de las sombras del escepticismo humano. Juntos, Jesús y El Guardián viajaron por tierras distantes, compartiendo enseñanzas de amor, compasión y perdón. Sin embargo, la desconfianza persistía en algunos corazones. Las profecías antiguas se mezclaban con el temor, y las interpretaciones erróneas nublaban la verdadera esencia de su mensaje.

A medida que avanzaban, enfrentaron desafíos y pruebas que pusieron a prueba su fe. Pero Jesús seguía adelante, guiado por su propósito de traer luz a las sombras y esperanza a los desesperados. A medida que Jesús y El Guardián continuaban su travesía por la Tierra, la desconfianza y el rechazo hacia ellos crecían en algunos corazones. A pesar de los milagros presenciados y las palabras de sabiduría compartidas, la humanidad, sumida en sus propios deseos y pecados, se cerraba a la posibilidad de redención.

Las personas que no aceptaban el mensaje de Jesús encontraron consuelo en la familiaridad de sus vidas egoístas y materialistas. Preferían aferrarse a sus antiguas formas de vida, temiendo el cambio y resistiéndose a abandonar el confort de sus pecados. Jesús, con el corazón pesaroso, presenció cómo sus intentos de guiar a la humanidad hacia la luz eran en vano. Aquellos que rechazaron sus enseñanzas lo hicieron con orgullo y obstinación, ignorando la oportunidad de alcanzar una redención transformadora.
El Guardián, testigo silencioso de la tristeza de Jesús, comprendió que el libre albedrío humano era una fuerza poderosa y que, a veces, la elección de permanecer en la oscuridad debía respetarse, aunque fuera doloroso.

Con lágrimas en los ojos, Jesús se alejó lentamente de la Tierra, sintiendo el peso del rechazo de la humanidad en su corazón amoroso. Mientras ascendía a los cielos, se comunicó con seres superiores, mensajeros de la divinidad, para compartir la triste noticia de que el tercer planeta de aquel sistema planetario no merecía evolucionar.

En la presencia de seres de luz y sabiduría, Jesús expresó su dolor por la elección de la humanidad de rechazar la redención y abrazar la oscuridad. La noticia resonó en los planos celestiales, y un silencio pesado llenó el espacio. Los seres superiores, con compasión infinita, consideraron la situación. Después de una pausa solemne, tomaron la decisión de retirar el tercer planeta de sus planes divinos. Este mundo, que había sido el hogar de innumerables oportunidades para la evolución espiritual, sería olvidado en los anales de la creación.

En un acto de triste resignación, los seres superiores comenzaron a eliminar las huellas del tercer planeta de sus visiones divinas. Los planes grandiosos que tenían para este rincón del universo se desvanecieron, dejando solo el vacío y el olvido. Jesús, con el corazón roto, observó cómo su lágrima caía sobre la Tierra, simbolizando la tristeza de un amor no correspondido. Las estrellas, testigos silenciosos, atestiguaron la desaparición del tercer planeta de aquel sistema, ahora condenado al olvido eterno.

En los cielos, la luz divina se retiró, dejando atrás un espacio vacío donde una vez había existido la esperanza. La triste historia de la Tierra se convirtió en una lección eterna sobre las consecuencias de las elecciones humanas y la importancia de abrir el corazón a la redención.

Así, en el rincón más lejano del cosmos, el tercer planeta quedó abandonado y olvidado, mientras que en otros lugares, la vida y la evolución continuaron su curso sin la presencia de aquel mundo que eligió permanecer en las sombras...


...MxAx

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