En el crepúsculo tardío de mi viaje,
Artabán, el cuarto, con corazón de coraje.
Décadas pasaron, mi misión persistente,
buscando a Jesús, divino y benevolente.
Jerusalén, testigo de mi peregrinar,
llego tarde, pero con humildad a esperar.
Ante la cruz, sombra de sacrificio,
ofrezco disculpas en mi rostro anciano.
Perdona mi tardanza, Rey de amor,
en mi búsqueda hallé dolor y ardor.
Los regalos que llevé para tu vida,
se quedaron en la ruta, perdidos en la herida.
Aunque llego cuando tu luz se apaga,
mi corazón late, con arrepentida fragua.
En mi alma resuena tu divina enseñanza,
pese a la tardanza, la fe nunca se cansa.
En el ocaso de mi viaje, en tu presencia final,
te ofrezco mis disculpas, mi rey celestial.
Aunque llegué tarde, mi alma te abraza,
Artabán, el cuarto, en tu amor se enlaza.
MxAx