En el adiós a noviembre, la primavera se va,
da paso al verano con su ardiente calma.
El sol, inclemente, quema con pasión,
en la danza del tiempo, nueva estación.
Se despiden las flores, dan su último suspiro,
mientras el calor nos abraza con deliro.
Las playas nos llaman con su canto marino,
el verano ha llegado, su luz es el camino.
El sol, radiante, quema nuestras cabezas,
en el cielo azul, trama sus destrezas.
En la playa, la arena arde con fervor,
como el fuego que aviva nuestro ardor.
Diciembre se acerca con su aura de fiesta,
luces parpadeantes, una promesa honesta.
Bajo el sol abrasador, la Navidad se presenta,
un contraste de estaciones, una historia dispuesta.
Y al sonar las campanadas en la medianoche,
el año nuevo emerge, como un sueño hecho.
Fuegos que iluminan el cielo estrellado,
brindamos por los días que han quedado.
Así, entre el calor del verano y la Navidad,
se entrelazan momentos, tejidos en verdad.
Adiós a noviembre, bienvenido, sol radiante,
en la danza del tiempo, cada instante vibrante.
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