A las 2:03 de la madrugada, Carlos estuvo a punto de eliminar su blog.
Había abierto la pestaña una semana atrás, lleno de entusiasmo, convencido de que tenía algo que decir. Pero ahora, frente a la pantalla vacía y el cursor parpadeando como un suspiro detenido, sentía que todo era una pérdida de tiempo.
“Nadie lo va a leer”, pensó. “¿Para qué insistir?”
Entonces, ocurrió lo inexplicable. Una chispa azul recorrió el borde de su escritorio. El aire vibró. El reloj de su notebook titiló como si se reiniciara. Y en medio de la habitación, su habitación, apareció una figura. Vestía una chaqueta que Carlos no recordaba haber comprado, el pelo algo más largo, la barba más poblada. Tenía los mismos ojos, aunque más cansados… y la cicatriz en la ceja izquierda que se había hecho de niño al caerse de la bicicleta. No lo borres., dijo la figura.
Carlos retrocedió en su silla. ¿Quién...?
Soy tú, respondió el otro. De dentro de unos años. No vine a advertirte del fin del mundo. Vine a hablarte del blog. Silencio.
¿Del blog? repitió Carlos, incrédulo.
Sí. Necesitas escribirlo. Y necesitas empezarlo ahora. No importa si nadie lo lee hoy. Créeme, lo hará alguien… después. Y ese alguien serás tú. Carlos lo miró, buscando el chiste, la cámara oculta, el sueño.
Esto es absurdo. Totalmente, sonrió su otro yo. Pero no más absurdo que rendirte antes de empezar.
El futuro Carlos se acercó y le entregó un papel doblado. Tenía un breve texto, garabateado a mano, con su propia letra. Es tu primera entrada. Escríbela tal cual. No la pienses mucho. Solo publícala. Luego, deja que los días pasen. Las palabras vendrán.
Y sin otro gesto más, el visitante se desvaneció con el mismo resplandor con que había llegado. Como si jamás hubiese estado allí.
Carlos miró el papel.
primer no hay mucho que decir...
solo es el inicio...
ya pasados los días veré que diré
saludos a todos por allá
solo es el inicio...
ya pasados los días veré que diré
saludos a todos por allá
Esa misma madrugada, a las 2:17, lo publicó. No hubo likes. No hubo comentarios. No hubo aplausos digitales. Pero mientras lo releía, notó algo distinto en su pecho. Una sensación cálida. Como si alguien, desde algún lugar del tiempo, le hubiese agradecido.
Y en ese instante lo entendió: el futuro también necesita que su pasado no se rinda...
Que no se rinda, seguro que alguien lo lee y hasta le gusta aunque sea un alguien de casi el otro lado del mundo y asomado a un mar distinto
ResponderEliminarCarlos.
ResponderEliminarsupongo que, en algún momento u otro, la idea de cerrar el blog nos ha pasado por la mente...
Salu2 desde el presente.
Buen y original relato, me ha gustado mucho.Saludos
ResponderEliminarNo hay que rendirse, aunque las visitas sean escasas, lo importante es que estás expresando lo que sientes y en cualquier momento puedes recordar lo que has publicado.
ResponderEliminarFeliz fin de semana.
Tu historia personal es la de muchos de nosotros, pero siempre aparece una lucecita inspiradora que dice: -No te rindas- Lo importante es que te sirva a vos.
ResponderEliminarSaludos Carlos
Muy esperanzador y fantasioso, porque al paso que va la humanidad, es muy probable que en el futuro ya nadie lea.
ResponderEliminarMmm... No sé.
Besos.
En el lejano, casi olvidado y, por qué no, mítico 2008, sentí algo más o menos similar al comenzar mi propio blog.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Este relato parece que celebra el cumpleaños de tu blog. No sé, me dio esa impresión. Igualmente, interesante historia que habla sobre la paciencia y la constancia. Como diría Cerati; "Tarda en llegar, y al final, al final, hay recompensa"... Va un abrazo, Carlos.
ResponderEliminarAsí es Julio, este mes ha sido complicado, mucho trabajo, no he podido actualizar ni menos visitar a otros blogs, pero como dices el blog cumplió 20 años.
EliminarSaludos.
Ah, pues entonces vayan mis felicitaciones por sostener por 20 años con vida a un blog que, quizás, también te inyecta de algo de vida a ti.
EliminarEl primer post siempre es CERO COMMENTS; después puede cambiar pero como dicen por ahi, todo ese circo es por uno, las lecturas suman, aunque no son el motivo.
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